Parece una locura pensar que el placer pueda traer algún tipo de sufrimiento. Sentimos placer cuando se satisface alguna necesidad, sin embargo, si no lo hacemos, ese placer no satisfecho, es probable que se convierta en sufrimiento. Aún así, cuando este es satisfecho tras una larga espera, no me cabe duda que se generó en ese trayecto algún tipo de sufrimiento.
Para comprenderlo mejor, veamos como se forma el placer, de donde viene este y como se materializa en nuestras vidas.
Cuando veo un auto hermoso como un Mercedes Benz, lo miro, lo toco, lo siento, lo huelo, luego viene el deseo de poseerlo. Hasta allí bien.
El problema empieza cuando interviene el pensamiento sobre el deseo y lo convierte en placer. Empezamos a decir: ¡Que hermoso es el auto! ¡Qué debo hacer para tenerlo! ¡Qué metas debo imponerme para que sea mío! Reflexionemos en esos pensamientos que nos dan vueltas y vueltas en la cabeza, sobre todo lo que deseamos.
Observamos una playa hermosa con bellas casas y decimos: ¡Que lindo!, ¡Que aire tan fresco!, ¡Cuantas aves en la orilla!, quedamos hipnotizados por el hermoso mar azul. Luego el pensamiento interviene y nuestra mente empieza a decir: ¡Ojalá tuviera esa casa de playa!, pero en realidad no puedo poseerla aún. ¡Quiero vivir en la playa! ¡Me lo merezco! y todo tipo de pensamientos que hace que nuestra mente se distraiga de lo natural y comience a entrar en una serie de conflictos, buscando la manera de cómo poseer lo que no poseemos.
El pensar continuamente en lo que deseamos, se convierte en placer. Decimos cosas como: ¡Quiero darme el placer de tener esto o aquello. Como nuestros deseos, no se convierten de la noche a la mañana en realidad, deviene en sufrimiento, frustración. Lo cierto es que si algún día logramos tener todo eso, el pensamiento seguirá interviniendo en casi todos nuestros nuevos deseos, produciendo una desazón en nuestras vidas.
Podemos lograr que nuestro pensamiento no toque nuestros deseos?
Cuando vemos algo hermoso, evitemos que nuestro pensamiento intervenga y disfrutemos buenos momentos viendo algo tal cual es, sin desearlo, sin compararlo, sin juzgarlo. Si el pensamiento lo toca, lo podría degenerar en placer y más placer de tenerlo. Lo que no puede ser nuestro por algún motivo, genera un conflicto interior.
Siempre hemos escuchado que aferrarnos a lo material, no es bueno. Tampoco es malo. Con esto no quiero decir que no luchemos por nuestros sueños, pues luchar por ellos, nos hace sentir dignos. Mi opinión personal, es que no permitamos que el pensamiento toque nuestros deseos en todo momento y los convierta en placer, porque es allí donde empieza el sufrimiento, es allí donde nos apartamos de lo que es, lo natural, lo que está allí, de toda la naturaleza de Dios.
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