Estoy harto del tráfico. Todos decimos:
¡Qué horrible el tráfico! ¡Maldito tráfico! Y cosas por el estilo.
Alguna vez nos preguntamos, ¿Qué hago yo para arreglar algo este problema del tráfico?
Todos los días, pasamos por muchas intersecciones, las cuales están cerradas con full carros para variar. La gente en su afán de pasar primero, obstaculizan el paso de los demás.
Señor, señora, esos tres metros que avanzas de más, para ponerte detrás de mil carros detenidos por un semáforo, es el gran problema. Esos tres metros que avanzas y te pones al final de la kilométrica cola con semáforo en rojo, no haces más sino joder a todos aquellos que podemos tener el derecho de pase en dicha intersección. ¡No comes ni dejas comer! No avanzas nada, el resto tampoco. Te tocan el claxon, te recuerdan a tu madre, te gritan de todo etc. Parece que a muchos les agrada eso.
En otras palabras, aquellos personajes que hacen eso, nos están diciendo: ¡No me importas nada! Yo soy primero, tú espera junto a mí, si yo tengo que esperar, tú también lo harás. Son aquellos mismos que van a la iglesia con sus hijos, comulgan, se golpean el pecho una y otra vez, dicen amar al prójimo y respetarlo. Quizá es una de las razones por las que no voy a la iglesia. Es probable que uno de ellos esté sentado a tu costado y te de un falso abrazo de la paz.
Si sabes que Dios lo ve todo, entonces no lo hagas, tampoco delante de tus hijos, no les des ese pésimo ejemplo. Dios te ve y sabe lo egoísta que eres con tu semejante. ¡Todo se paga! No seas iluso en pensar que ir a la iglesia, confesarte lo egoísta que eres y comulgar, te hará libre. El universo de Dios no funciona así. Todo se anota, hasta algo tan tonto como cortar el flujo del tránsito. Nuestro tiempo vale oro.
Es típico ver también hacer eso a los microbuseros. En vez de detenerse antes de la intersección y sabiendo que ya no hay sitio donde quepa su semejante bus, pasa la intersección y deja la cola en plena. ¡Nadie pasa, jódanse todos! Todo el mundo toca el claxon. A él no le importa. No ganó nada tampoco.
A eso le llamo yo, falta de criterio, de sentido común, de amor por el prójimo, de respeto hacia los demás.
Señor o señora que vas al volante. Tú sabes bien cuando el semáforo ya está en rojo y te tocará detenerte. Depende de ti, frenar antes o en plena intersección. Deja que el resto se nos haga menos complicada la manejada que de por sí es tediosa y aburrida en Lima.
Juguemos al ganar ganar. No a que tú ganas todas, porque al final tú pierdes. Te lo aseguro. El universo vigilante no se equivoca, jamás.
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