Hoy leí con mucha sorpresa en el periódico, que un joven filipino, se sometió a diversas operaciones quirúrgicas para parecerse a su héroe Súper Man.
En primer lugar, se me vino a la cabeza la pregunta:
Cómo sus padres han ido permitiendo que el niño cambie su rostro?
Fuera del cambio físico, aquí se ve claramente un cuadro psicológico de pérdida de identidad. Esto quiere decir que el niño se formó desde pequeño, con serios problemas de aceptación. En otras palabras no se acepta tal como es o no lo aceptaron tal como es.
Los padres sin saber, suelen crear este tipo de conductas. Para dar un ejemplo, una forma muy inconsciente de hacerlo es cuando la mamá cambia al hijo varias veces al día porque no soporta verlo sucio. No permite que se ensucie, no permite que traspire, que manche los zapatos. Le está negando al niño su esencia de correr, ensuciarse, traspirar como lo hacen otros de su edad. Se genera una confusión en la criatura. Inconscientemente, la madre le dice al hijo: no te acepto como un niño que juega y se ensucia. Quiero un niño limpio. ¡Eso no existe!
En mi obra Lulita la estrella marina, se ve un cuadro similar. En medio del espacio sideral, una estrella fugaz, asombrada de ver una estrella marina en el mundo celestial, le dice algo así:
Si dices que todas las estrellas marinas son similares, porqué entonces buscas brillar como una estrella del cielo? Acaso te sientes diferente?
Lulita responde: Es que mis padres me dicen que no tienen tiempo para mí. Quizá brillando como una estrella celestial, me vea hermosa y me presten atención.
En este caso, cuando Lulita les pide jugar a sus padres, ellos le responden: no tengo tiempo, no tengo ganas. Eso baja su autoestima y la vuelve vulnerable.
Las críticas, también logran que un niño vaya perdiendo su identidad, pues lo padres lo quieren amoldar a su forma de ser. Una forma nociva es la comparación. Quizá lo comparan con el hermano o la hermana siempre, diciéndoles cosas como: No eres tan veloz como tú hermana o él suma más rápido que tú. Ella es más amorosa, es más inteligente. Este tipo de críticas hacen sentir al niño que debió ser como su hermano o como el amigo.
Los colegios sueles ser la santa inquisición de la personalidad. El profesor compara dos alumnos diciendo: A es mejor que B. El profesor destruyó a B. Le está siendo creer al niño que el debería ser A. Le niega su identidad.
Demos calidad de tiempo a nuestros hijos, dejemos de compararlos, criticarlos y aceptémoslos tal como ellos son. Elevemos a nuestros hijos al máximo nivel. Aplaudamos todo lo bueno que hacen. Seamos tolerantes con ellos. Están aprendiendo, se están formando. Lograremos de esta manera niños más seguros de si mismos para enfrentar el complejo mundo que les rodea.
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