Soy papá primerizo y felizmente relajado, sin embargo no puedo dejar de impresionarme de las cosas que muchas veces veo. Ayer que era una tarde soleada, vi a un padre sacando a una criatura de un año aproximadamente, tapado totalmente dentro de su coche. Algunos coches por alguna razón que desconozco, llevan una especie de plástico transparente que no deja entrar el mínimo de aire. Una especie de cápsula, donde está la criatura aislada de los elementos. He visto esto decenas de veces. ¡Por Dios que no vivimos en Siberia!
Abrigar demasiado un niño, a mi parecer y el de muchos especialistas, solo hace que este se vuelva vulnerable al dinámico clima de hoy en día. Basta con la primera ráfaga de aire, para que el niño se resfríe. Los niños nacen y necesitan ir fortaleciendo sus defensas, sin embargo los padres los vuelven débiles, ya que al evitar que se enfermen, los niños dejan de crear anticuerpos. Además de todo esto, les plantan encima todos los trapos que sean posibles. Abrigarlos demasiado, no quiere decir necesariamente cuidarlos mejor.
Según como yo me siento, es como abrigo a mi hija. Si siento que no debo ponerme chompa, hago lo mismo con la bebe. Me ha ido muy bien. Recuerdo en un campamento a mi sobrino Alejandro de siete años de edad aproximadamente, bañándose en la playa en pleno invierno. Nosotros estábamos muy abrigados, mientras Alejandro se metía al mar con la neblina alrededor. ¡Increible! Nunca se enfermó y considero que es uno de los chicos más sanos que he visto.
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