miércoles, 9 de noviembre de 2011

Rabietas

A María Pía, mi hija de apenas dos años de edad, le hemos controlado varias rabietas muy fuertes, en una ocasión, con mucha pena, acabó en el agua fría. Sin embargo, algunas veces, mi hija apela a otra poderosa arma cuando se le  niega algo, se autocastiga. Con su propia mano se pega en la cabeza. Un padre que no conoce este tipo de comportamientos se asusta, se confunde y quizá corre donde la bebe a abrazarla diciéndole algo así como:
Te voy a dar lo que querías, pero no lo vuelvas a hacer. Aquí el bebe da un paso sobre el padre. Ya sabe como manipularte.
Cuando María Pía, se pega en la cabeza, yo opto por no hacerle caso o le presto muy poca atención. Le respondo cosas como: que fea te ves haciendo eso.
Luego hago como que no me importa lo que hizo y sigo haciendo mis cosas. Ella sigue mirándome fijamente, buscando que yo ceda a sus caprichos. Luego al ver que no hay respuesta del papá, se da media vuelta y se retira a jugar. ¡Desactivé su mejor arma! Cuando está algo más relajada, me acerco donde ella  y me agacho hasta estar a la altura de sus ojos, y le digo algo así:
Sabes muy bien que antes de la comida, no deberías comer chocolate, si? Asiento con la cabeza en señal de afirmación, sin dejar de mirarle a los ojos. Lo que busco aquí, es ayudar a que ella responda con un sí.
Luego le digo algo así. Papá se pone triste cuando María Pía hace rabietas, si?
La bebe responde con un sí, generalmente asintiendo con la cabeza.
Luego reitero. Si comes la comida te doy el chocolate. Le doy un fuerte abrazo y le digo lo mucho que la quiero. Es bueno cerrar el círculo con un abrazo. Es la forma de hacerles saber que ellos son muy importantes para nosotros.
Es cierto que da pena ver un hijo llorar, sin embargo es mejor corregir, a que te manipule toda la vida. El niño, tal cual aprende a hablar, aprende las reglas del hogar y de la vida. Que aprenda que las cosas se ganan con buenas acciones, tales como guardar sus juguetes, contestar educadamente, comer etc. Que sepa que las rabietas solo lo conducen a un castigo. Mandar al niño a sentarse al banco, nunca falla. Hay que poner límites de tiempo en el castigo, como de dos minutos cada vez por ejemplo, pidiéndole que piense en lo que ha hecho. Es una forma de reflexión y de hacerles saber quién manda. 
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