lunes, 30 de enero de 2012

Mi viaje a Chaparrí Perú 2da parte

Segunda Parte.
Esto apareció cada mañana en la puerta de mi cuarto
Entrada la noche, fui a comer, acompañado de un amigo francés y una guía. Comí espectacularmente. ¡Qué rico!  El francés es un experto en plantas y árboles. El me da a conocer el tipo de planta come ciertos animales y mucho más. Nos contó aquella noche, que cuando se estaba bañando, miró por la ventana hacia el bosque y se dio cuenta que en la misma ventana, hacia el lado de afuera, bajaba una culebra o serpiente.  En Chaparrí por lo menos existen tres serpientes venenosas de aproximadamente una docena que se conocen. Yo conocí una de ellas rescatada de un circo.
Mientras estábamos sentados en la larga mesa donde conversábamos, la guía me dice: mira detrás de mí. Lo hago y veo una tarántula caminando a menos de dos metros de nosotros. ¡Qué locura!
Me fui a dormir y me levanté con la lluvia. Era la media noche o más. Salí fuera del cuarto a escuchar en medio de la oscuridad, diversos y extraños ruidos. Cerca a mi cara constantemente pasaban volando murciélagos y que se yo.. La verdad no se les ve. A la mañana siguiente pregunté y me dijeron que eran lechuzas y murciélagos.
Osos de anteojos salvados de circos
Entre el ruido de la lluvia, me da la sensación que algo camina, algo vigila. No sabes qué.  Me interné un poco en la maleza, pero nada se logra ver. Termina la lluvia y aparecen hermosas luciérnagas de color azul fosforescente. Dan giros y se apagan. Es un bosque mágico, me dije a mí mismo. Como en aquel entonces estaba acabando mi segunda obra Isabel la pava aliblanca, tomé nota de cada ruido y situación posible, en beneficio de la obra.
Tarántula a un metro de nuestra mesa
Al día siguiente, me reuní en el desayuno con la guía y el francés.  El llevaba tiempo allí, tanto que se enamoró de una piurana. Esa mañana, la guía me llevó por los alrededores a conocer la reserva. Hay osos de anteojos, rescatados de los circos, sin colmillos, a modo que no puedan hacer daño a sus captores. Ese oso no volverá a valerse por sí mismo. Hay venados de cola blanca, pumas, aves de todo tipo y sobre todo la pava aliblanca. Pude conocer a los adultos como las crías. Esta ave fue desaparecida del planeta por cien años. Ahora hay personas que cuidan de ellas como Heinz Plenge y Fernando Angulo. Gracias a ellos la especie se ha salvado, aunque está en peligro crítico aún de desaparecer como otras especies más como el águila solitaria.
Con mi amigo francés Guillerme.
A la hora del almuerzo, salí de mi bungalow y debía caminar alrededor de 20 metros hasta el comedor, pasando un caminito rodeado de la maleza. El francés gritaba: ¡vengan, vengan, miren! Llegamos y vimos la cola de una serpiente oscura y pequeña. Medía lo que mide mi brazo. Esta había caído del techo donde nos sentábamos a conversar e intercambiar ideas. Había atrapado una lagartija y se escondió en los matorrales al pie de la mesa por así decir. ¡De lujo!
Más tarde, bajó una iguana enorme al pie de un árbol a espaldas de nosotros, de más de un metro. También me maravillé viendo como tomaban agua de un recipiente del hotel, varios tipos de colibrí. El más raro es el colibrí cola de espátula que no llegué a ver, pues está en serio peligro de desaparecer.

Chaparí es alucinante en todos los sentidos.  ¡Gracias Paco! Gracias a Heinz Plenge por recibirme y apoyarme y a Fernando Angulo que aportó muchos de sus conocimientos en esta obra que dedico en especial al pueblo de Santa catalina de Chongoyape, por haber donado más de 30,000 hectáreas para la conservación de las especies.
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