Reflexionando sobre nuestras Fiestas Patrias
Tuve la feliz oportunidad de venir hasta Arequipa a participar de un evento literario en la Alianza Francesa, donde pasaría también las fiestas patrias.
La ciudad es hermosa y bastante limpia, cosa que da gusto ver. La plaza está ordenada de escarapelas gigantes, cientos de palomas comiendo lo que les dan. Hay muchos turistas alrededor, tomando fotos, sentados en la catedral leyendo, otros paseando en buses de dos pisos y en común, deslumbrados por tanta belleza que adorna la ciudad.
Los Claustros |
Me refiero por ejemplo, a la Catedral de Arequipa construida en el siglo XVII, donde alberga un órgano de origen belga de calidad extraordinaria. Solo quedan diez en el mundo en excelente estado como el de Arequipa. En Cali hay otro, sumando dos los que hay en Sudamérica. Muy cerca de allí están Los Claustros, que fueron construidos por los Jesuitas en 1660.
También uno se puede transportar a otra época cuando visita el antiguo Barrio de San Lázaro, que mantiene sus estrechas calles al estilo europeo. En dicho lugar se establecieron los sacerdotes dominicos en 1,538 y construyeron una ermita para la evangelización de los nativos.
Esto, es tan solo una parte de todo lo que tenemos en riqueza arquitectónica en nuestro país, aparte de una milenaria historia que pocos países pueden mostrar. Dicho patrimonio cultural, lo tenemos a lo largo y ancho de nuestro querido Perú.
Entonces debemos reflexionar sobre algo. Teniendo tanto que exponer y estar orgullosos de nuestra tierra, Por qué razón cometemos tantos atropellos contra nuestro Perú, aquel que nos acoge y saca pecho por nosotros?
En el día a día, veo personas que comen un plátano o una mandarina y arrojan las cáscaras a la ciudad. Es común ver como una botella plástica de gaseosa es arrojada por la ventanilla de un auto o un bus. Papeles de todo tipo como envoltorios de galletas, helados y demás, son arrojados constantemente a la calle por donde transitamos todos los días. Lo peor, es que muchas veces delante de nuestros hijos lo hacemos una y otra vez, los que aprenderán a ser los futuros saboteadores de nuestra bella ciudad.
Lo más vil aún, es que nuestra destrucción llega a niveles mayores, tales como pintar la piedra de los doce ángulos en Cuzco o dejar nuestra firma en cualquier complejo arqueológico que podamos, como si estuviésemos en guerra con nuestro propio país. Eso demuestra el bajo nivel de cariño que tenemos hacia nosotros mismos y que lo extendemos a todo lo que nos rodea.
Como una enfermedad que llevamos dentro, se hace perceptible cuando decimos frases como: ¡este país! Gente de todo tipo lo dice, incluso la he escuchado de los padres de la patria. Empecemos a corregir dicha frase y empecemos a decir: ¡Nuestro país! Sintámonos orgullosos de ser peruanos y de decirlo abiertamente. Mantengamos nuestro país limpio y ordenado.
Reflexionemos de estos días de fiestas patrias, en el cumpleaños de nuestro Perú. Que le vamos a regalar a nuestra patria cada uno de nosotros los peruanos?
Empecemos guardando ese papelito en nuestro bolsillo, hasta ubicar un tacho de basura o hasta botarlo en nuestra casa. Demos el ejemplo a nuestros hijos y a la vez a nuestros queridos turistas que nos vienen a visitar. No olvidemos que ellos tienen todo el derecho a rodearse de una ciudad limpia, como también nuestros hijos, vecinos y amigos.
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