miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi viaje a la selva del Perú

Mi viaje a la selva del Perú
Capítulo 1 Llegada a Tarapoto por avión
Si alguien me pregunta cuál fue mi mejor viaje, pues sin duda digo que el que hice con mis amigos a la selva. Éramos cuatro patas, cuatro apocalípticos buscando salir del horrible sistema, ese que nos aburre, tales como el tráfico, la chamba, esposa,  pareja o lo que fuera. Nadie jode a nadie, pues somos hombres. Salí de Lima con un asma maldito que ni el inhalador parecía hacerle cosquillas. ¡Por favor una soga! Gritaba en mi cabeza, pues no tragaba la idea de ir a la selva  una semana y encima navegar tres días en el río, lejos de una posta o algo que me salve la vida. Como que me iba camino a la muerte.

Llegamos a Tarapoto por  en menos de una hora desde Lima por Lan Perú.. Al salir del avión casi me da infarto del calor. Hacía algo de 32 grados o más. Alquilamos  un hostal para bañarnos. La sorpresa fue que al salir de la ducha, antes de ponerme la ropa ya estaba transpirando de vuelta y para colmos respirando con harrrrrrta dificultad, harttaaaaa. ¡Un arma por favor! Rogaba a los cielos.
Los cuatro, Henry, Coletti, Dark y yo nos fuimos a almorzar y ver el partido de Perù que jugaba con no sé quién. Perdimos para variar. En medio del partido bebimos varios tragos con gran concentración de alcohol como el  rc, que es afrodisiaco, para lo que me importaba, pues lo único que quería era respirar bien y arrastrarme de risa de todo lo que mis patas hablan.
Coletti le preguntó al mozo, Brother, ¿Tienes un trago re fuerte que le desatore a este los bronquios?
Mapa Tarapoto Yurimaguas
Si Sr. tenemos. Le traigo al toque. La pócima que trajo era caliente con una mezcla de hierbas, miel, té y harto alcohol, lo cual lo hacía una medicina agradable. Al cabo de una hora, me tomé todo, como buen paciente y por Dios y el Tunche que nos ve siempre, aminoró mi asma en un 50%. Igualmente seguía intranquilo, pues debía salir en un barco a la mañana siguiente. Salimos de aquel restaurant y Henry me dijo:
¡Qué tal si te pongo una inyección! Jajajajjaa echaron todos a reír. ¿Tú? Le increpé señalándolo. Eres odontólogo y encima eres el carnicero Motta. Todos se burlaron. Franco yo se poner pues nos enseñan algo de medicina general. Pues bueno, no me hice rogar pues así me lo haya ofrecido el cojo de Nortredam lo hacía. Todo era cuestión de probar o me colgaría en el penol del barco.
Llegamos a la farmacia y me puse boca abajo y huaaaa a la nalga. ¿Me matará? Pensaba en todo momento. Salimos de allí, caminamos unas dos cuadras o tres y créanme por el capitán Morgan que en paz descanse, toda el asma se fue, toda, ni el mínimo zumbido. Se largó de mi, cual espíritu chocarrero que no soportó la idea de hacerse al río, en tremenda aventura. Ya era de noche.
Yurimaguas Perú
Mi vida empezó nuevamente. Sentía que el mundo estaba de mi lado otra vez. Le agradecí al carnicero Motta, aquel hombre que  mandó a tantos otros al otro mundo, que me dejara vivir luego de su inyección. ¡A juerguiar! Jajajajajaja no paraba de reír como enfermo mental.

 Ya casi al anochecer, un amigo se encargó de alquilar una camioneta sw, para que nos lleve hasta Yurimaguas.
El recorrido fue de noche y alucinante.  La pista es una serie de curvas alrededor de la tupida selva, donde de cuando en cuando se encendía el cielo de relámpagos . Gran parte de la carretera está en buen estado. En medio de la nada, paramos donde había unos kioskos. Allí en la puerta había un grupo de adolecentes que tenían un javancho negro de mascota. ¡Increible!  Como quien tiene un perro amarrado a la puerta. La selva mostraba  sus primeras curiosidades.
Laguna Azul Tarapoto Perú
Como a las tres horas más o menos, riendo y riendo, llegamos a Yurimaguas. Nos hospedamos en un hotel en la plaza de armas, que es una gran casona antigua con segundo piso, todo rodeado de cuartos que dan hacia un patio central. En la parte posterior hay una especie de huerto, donde se escucha el ruido de miles de insectos. De cuando en cuando se ve una luciérnaga de hermosas luces fosforescentes.
Al día siguiente, nos fuimos al mercado a ver toda una serie de especies del río. Por la calle nos invitaban a degustar hormigas negras, que son similares en sabor a la cancha. Compramos pisco, rc y 21 veces si sacar que son tragos típicos de la selva y nos fuimos hacia el puerto como a medio día.
Oscar Prieto Ramírez

Continuará!!!!
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