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Autor Oscar Prieto Ramírez

Una lección para María Pía

Luego de haber aprendido de la gran lección que me dio una vez mi padre y el  cual narré en artículo anterior, entra aquí si deseas verlo, no imaginé jamás similar lección me tocaría dársela a mi propia hija María Pía.

Un día, entramos al mercado del Edén en Surco. María Pía en su temprana curiosidad,  se detuvo en una tienda que venden juguetes y empezó a manipular algunas cajas. De pronto una de ellas se cayó al piso. Ella recogió la caja y la puso en su lugar. Yo le dije:

María Pía, debes tener cuidado de no romper un juguete. Pídele disculpas a la señora.

Mi hija, cual exorcista, giró lentamente la cabeza hacia el lado izquierdo y se quedó inmóvil, por más de veinte segundos. Un típico gesto de niño, demostrando que no está de acuerdo con lo que papá le pide o quizá le da mucha vergüenza hacerlo.

Volví a insistir. María Pía, pide disculpa a la señora. Nada. La cabeza se le quedó chueca. ¡Por Dios que niña! Pensé.

¡Última vez! Le advertí con fuerte voz. Nada logré.

La señora me dijo. No se preocupe señor, déjela tranquila.

¿Qué no me preocupe? Le respondí. Me preocupa más de lo que tiene idea. Ella necesita aprender a disculparse. El no hacerlo, le puede cerrar muchas puertas en su vida y arrastrar mucho sufrimiento. Eso debo corregirlo a su temprana edad.

Cogí a María Pía tal saco de papas y me la puse al hombro, con su cara mirando el piso. Salí del mercado y la llevé fuera, al estacionamiento donde estaba el auto. La encerré allí, a pesar de sus súplicas. Volví a entrar al mercado y esperé medio minuto sin que la pueda ver.  Afiné el oído por si gritaba demasiado, pues mi intención tampoco era aterrarla. Luego del tiempo programado regresé al auto y poco antes de la puerta me detuve a mirarla fijamente.

Ella lloraba desconsolada. Abrí la puerta y le pregunté:

¿Pensaste en lo que te pedí? Sí papá, respondió ella llorando.

¿Te disculparás con la señora? ¿Lo harás?

Si papá lo voy a hacer. La saqué del carro y la abracé.  La regresé al puesto de juguetes y la puse delante de la señora:

 Mi hijita desea decirle algo. María Pía entró a la tienda, cosa que no esperaba y se paró delante de la señora.

¡Disculpe señora! dijo maría Pía. No te preocupes reina, respondió sonriente, dándole una caricia en su cabecita.

¿No es más fácil María Pía? ¿No es más fácil? Le reiteré, mientras agachado, la miraba fijamente hacia lo profundo de su mirada

Si papá, respondió ella.

 Las personas esperan una disculpa. Eso es bueno. Ya sabes lo que debes hacer para la próxima vez, terminé de decirle.

La lección está transmitida de mi padre a mí y de mí a mi hijita. Todo es cíclico, todo da vueltas, lo que haces se paga, lo que expulsas regresa, lo que siembra cosechas, a toda acción hay una reacción, la que haces la pagas y que se yo. Hasta los Beatles lo dicen en una canción llamada The End del Abbey Road.

Al final, el amor que tienes, es el amor que hiciste.

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Nana VS Padres

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Un amigo y yo decidimos salir un día de semana a la playa, pues hay menos gente y todo es más tranquilo. También decidimos llevar  a nuestros hijos.

Mi amigo llevó a la nana de Carlitos, su hijito. Recuerdo que ella estaba de pie cuidando a los chicos. Yo en un momento le dije: ¿Por qué no te sientas y descansas? Los niños no se van ir. No les va a pasar nada. Relájate y disfruta del sol.  Aprovecha este día hermoso y diferente.

Cuando llegó la hora de almorzar, mi amigo le dio la carta a ella y le dijo que pidiera lo que ella quisiera. ¡Por Dios! Me dije, que raro.  La nana también comió tantos helados como los niños.

Hoy en día veo que la nana es como la TBC. Más lejos la tengo  de mí mejor y si se lleva mis hijos ¡estupendo! Mejor aún.

La nana hoy en día, no parece tener derecho a nada o a poco. Hay gente que le compra hamburguesas y gaseosas a sus hijos y a la nana le escogen la más barata. Compran helados en la playa y a la nana, que chupe las rocas calientes. Incluso, los niños se bañan, mientras la nana se seca al sol.

Ella no tiene derecho. No conozco alguien, que le compre una ropa de baño a su nana, para que disfrute del mar o la piscina, mientras corretea a los niños.  Parecen decir: ¡Jódete nana que tú no tienes derechos en la tierra!. Tú naciste para ser esclava de mis hijos, limpiarles el poto todo el día, darles de comer y cambiarlos cuantas veces se te ordene. No tienes derechos.

Otras veces veo que las personas, llevan a la nana en la parte posterior del auto, como si fuese una enfermedad o una maldición tenerla.

Si yo tuviese una nana, tendría más respeto por ella, pues es la persona que cuida a mi hija, la que la soporta todo el día y noche. No tengo duda que ella tratará a tu hijo como tú la tratas a ella.! Más cuidado con la nana! Que no se convierta en la “mano que mece la cuna”.

 Muchos queremos que nuestros niños crezcan  y sean personas de buenos principios y valores. Entonces debo saber:

¿Por qué tanta indiferencia de los padres hacia la nana de su hijo?.

Desde muy pequeños, los niños reciben sus primeras enseñanzas. Sin duda, ese niño crecerá con el fruto del egoísmo hacia otros seres humanos que el identifique como personas de menor importancia , de menor valor o algo así, como en el caso de las nanas.

Oscar Prieto Ramírez

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Hoy, la vida es mía.

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Ayer por la mañana, sentí miedo. Una incertidumbre de no saber cómo te tratará la vida, los negocios, enfrentar un cliente. Es una rara sensación. Respiré y pedí a Dios me dé  fortaleza. Luego de un rato, las cosas se ponen claras otra vez.  Resuelvo los problemas con facilidad y me llueve trabajo, cotizaciones, venta de mi obra, etc.  

Gané carácter al enfrentar mis miedos. Hoy temo menos que ayer. Hoy estoy dispuesto a enfrentar y aprender más, hacer más dinero y vivir una vida mejor. Aunque no todo en la vida es el dinero, pues estoy re contra seguro que ayuda mucho e incluso en las relaciones con tu pareja. El dinero nos saca de la monotonía, pues nos permite viajar, comer en la calle, visitar lugares nuevos y lo que tu imaginación pueda ofrecer.

Hoy,  enfrentando mis miedos, veo un problema como un reto, una oportunidad de aprender, de hacerme fuerte y lograr mis metas más esperadas.

Hoy, la vida es mía, la siento, le pido me prepare más, que me de nuevos retos para de una sola vez aprender los secretos, que son revelados día a día.

Yo y mi obra Lulita la estrella marina

Hoy, di el paso, salí adelante, nada me detiene, solo Dios.

!Mañana me espera un mejor día!

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